viernes, 4 de enero de 2013

Raúl Alfonsín: un nombre para el ex predio de La Rural




Raúl Alfonsín el día que lo abuchearon en La Rural

Alfonsín merece estar en los espacios públicos
No ha sido mi costumbre opinar sobre lo que no ha sucedido porque no asimilo la política a la ciencia ficción y, menos aun, hago conjeturas apoyado en rumores o versiones por muchas razones. Provoca polémicas esteriles, convalida globos de ensayo de dudoso origen o desgasta energías que es preferible aplicar a lo que si realmente ocurre. Pero en este caso voy hacer una excepción, entre otras razones, porque nada más y nada menos que las máximas autoridades del partido incurrieron en el dislate de opinar sobre lo que no ocurrió. Que lo haga un ciudadano de a pie, un afiliado e incluso un militante es comprensible pero es totalmente inaceptable que quienes presumen de conducir una fuerza histórica como es el radicalismo actúen con esa liviandad. Un pronunciamiento partidario es una cosa seria. Tiene repercusión política, efectos institucionales, se registra para la memoria histórica, sienta un precedente y constituye una guía. No me parece que, en este caso, se hayan merituado estos factores para expresar una opinión tan ligera como, a mi juicio, superficialmente mediática.

En primer lugar habría que decir que Raúl Alfonsín no es patrimonio nuestro. Felizmente. Cada día que pasa se va transformando más y más en un icono de todos los argentinos. Tal vez, recién ahora está alcanzando la dimensión que ya tenía en el mundo dentro de su propia patria. Y cuando esto ocurre no solo es un justo reconocimiento a la persona sino a los valores, creencias e ideas que representa. Y no hay duda: Alfonsín representó al radicalismo nacional, popular, progresista y democrático que se ve reivindicado cuando se exalta su figura. Esto también vale para otros de nuestros próceres como es el caso de Hipólito Yrigoyen, Arturo Illia, Ricardo Balbín por mencionar algunos. ¿Alguien de nosotros se siente agraviado cuando las corrientes del pensamiento nacional o revisionista acuden a la trilogía San Martín, Yrigoyen y Perón?  Nos puede resultar más o menos cómodo, pero no nos enfrascamos en una discusión inútil porque a Yrigoyen lo pueden invocar muchos sectores de la vida nacional, con sus matices, precisamente porque representó eso: las mayorías nacionales.

Por supuesto, los únicos que no lo sacarían nunca del anonimato al que lo pretendieron condenar son los sectores oligárquicos y antidemocráticos que combatieron, incluso, su memoria. Y de eso se trata: de la memoria histórica. Ellos la ejercitan y tienen siempre a mano a Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Carlos Pellegrini, José Evaristo Uriburu y algún Martínez de Hoz (ahora me acuerdo, uno de los pabellones de La Rural lleva ese nombre) para regarla. Y está bien que lo hagan. Están en su derecho. Nosotros jamás se lo impediríamos. Pero que nosotros nos auto-prohibamos que el nombre de nuestros líderes figure en los espacios públicos me parece un desatino. Calificar los homenajes por las intenciones o especulaciones políticas que pueden encerrar es desmerecerlos. ¿Haríamos eso cada vez que se propone un recuerdo de Ricardo Balbín por su abrazo con Juan Perón?
Dicho sea de paso, recuerdo -no por una cuestión autorreferencial- que hace unos años la Cámara de Diputados de la Nación aprobó un proyecto de mi autoría que impuso a la autopista Buenos Aires-La Plata el nombre de Ricardo Balbín que se puede ver en los ingresos de esa autovía. El acto de consagración de esa denominación se hizo en el teatro Argentino de La Plata con la presencia del entonces presidente Nestor Kirchner. ¿Le teníamos que prohibir que asistiera porque nos sentimos más "puros"? Tampoco hay que dejar de lado la decisión de colocar en vida el busto de Raúl Alfonsín en la Casa de Gobierno. Si se quiere fue un acto unilateral de la presidenta y, además, inusual porque los bustos se instalan en ese lugar a la muerte de un ex presidente. ¿Hicimos un "escándalo" juzgando las dobles intenciones?, ¿o simplemente lo tomamos como un justo, sentido y merecido homenaje al "padre de la democracia" como lo califico Cristina F de Kirchner?

El argumento central del comunicado de las autoridades partidaria -que se arrogan la interpretación de los símbolos e intenciones  políticas de las acciones de Raúl Alfonsín- es que esto forma parte de la "persecución" y el "revanchismo" del gobierno contra la Sociedad Rural. En primer lugar hay que decir que esto significa adelantar una opinión respecto a la situación jurídica de ese predio que me parece arriesgada ya que en sede judicial se admitió el pago de un precio vil e incluso hay procesados (Cavallo, entre ellos) por la maniobra. Además, las propias autoridades de la Sociedad Rural admitieron que adeudan el pago de varias cuotas de esa ruinosa operación que encaró el Estado durante la gestión de Carlos Menen. Usar los argumentos de "persecución" y "revanchismo" parece estar más asociado a la defensa de la Sociedad Rural que a la defensa de Raúl Alfonsín. Dejemos que la Sociedad Rural acuda a la justicia -que en estos días demostró no estar al servicio del gobierno como algunos pregonaban hasta hace poco-con sus abogados. No necesitan que la Unión Cívica Radical asuma ese triste papel. Tampoco lo necesitan otros grupos oligopólicos. Nosotros somos "abogados" del pueblo y del interés publico. Si la justicia determina que ese predio tiene que volver al dominio público y le adjudican el nombre de Raúl Alfonsín será de estricta justicia (valga la redundancia) y de paso quedarán exorcizados los fantasmas de Faustino Fano, presidente de la SRA y activo conspirador del golpe contra Arturo Illia, o el de Juan Carlos Ongania paseando con su carroza imperial mientras a los jóvenes radicales que fuimos a volantear denunciando el golpe nos metían presos. Esto último no es "revanchismo", es sólo memoria histórica.


Leopoldo Moreau es un dirigente ya histórico de la Unión Cívica Radical
En 1972 fue co-fundador –junto con Raúl Alfonsín, entre otros- de su Movimiento Nacional de Renovación y Cambio.

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