jueves, 21 de junio de 2012

Estados Unidos: a 150 días de la elección presidencial


Pablo Ramasco

A cinco meses de las elecciones, la confianza de los demócratas en la segura victoria de Obama comienza a minarse. El agravamiento de la crisis económica acelera la desazón de sus bases electorales y provoca divisiones en el campamento demócrata, ante la evidencia de que el establishment económico empieza a retirarle su apoyo en beneficio del triunfador de las internas republicanas, el conservador moderado Mitt Romney. 

A principios de mes, en Wisconsin, el gobernador republicano, Scott Walker, fue ratificado en su cargo por una cómoda ventaja de ocho puntos. La realización de la votación sobre la continuidad del gobernador -un procedimiento tan infrecuente y extremo que sólo ocurrió tres veces en las historia de Estados Unidos- fue lograda por un esfuerzo descomunal de los sindicatos y de los miles de activistas que protagonizaron el año pasado una enorme lucha contra su política antiobrera, y que este año consiguieron un millón de firmas -en un Estado de 6 millones de habitantes- para que se realice esta votación.

Al igual que durante la lucha de 2011, todo el país fijó su mirada en Wisconsin. Es que mucho estaba en juego en estas elecciones; pero fueron los republicanos los que se volcaron, con toda su organización y recursos, a favor de Walker. Gastaron ocho veces más dinero que los demócratas, pasearon por Wisconsin a todas sus figuras y plantearon esta votación como un anticipo de lo que ocurrirá en noviembre. Obama, en cambio, fue muy criticado por sus partidarios, por mantenerse ajeno a la campaña -no viajó a Wisconsin y sólo dio su apoyo a Barret, el candidato demócrata, vía twitter-. La campaña pusilánime de Barret -apelando a la unidad del Estado y a cerrar las heridas todavía abiertas tras el conflicto- tampoco ayudó (Financial Times, 6/6; El País, 9/6).

Unos días antes de la elección, Obama había recibido otro golpe con la divulgación de las cifras oficiales de desempleo, que vuelven a subir ubicándose en el 8,2% -aunque con cinco millones que han dejado de buscar empleo en los últimos tiempos, se calcula que, en realidad, unos 23 millones de estadounidenses se encuentran sin trabajo-. Con un ritmo de creación de empleo negativo desde hace varios meses, en noviembre la situación puede llegar a ser alarmante. Ningún presidente ha sido reelecto con más de un 7% de desempleo, desde Franklin D. Roosevelt antes de la segunda guerra mundial (Financial Times, 5/6; Clarín, 10/6).

La economía, que creció un 3% el último trimestre de 2011, va a acabar este año con sólo un 2% de incremento. Los intentos por aprobar nuevas medidas de estímulo en el Congreso, sin mayoría parlamentaria, están condenados al fracaso. Sólo quedaría aferrarse a la tabla de salvación de la demanda internacional. Pero la política de austeridad en Europa está liquidando las ventas norteamericanas en su principal socio comercial -representa casi el 20%-. En estas condiciones, Obama se enfrenta el oximorón de suavizar el impacto de los aumentos de impuestos -ahora vencen las reducciones impositivas a los más ricos, implementadas por Bush, que los republicanos quieren hacer permanentes- al tiempo que reduce el déficil. Aparece en el horizonte, además de la recesión, el fantasma del default y de una crackfiscal (Financial Times, 17/10).

Con este panorama, aumenta la desazón entre los demócratas. “Siento arruinar su fin de semana, pero seamos honestos: Mitt Romney tiene desde ahora una buena oportunidad de ser el próximo presidente”, escribe John Cassidy en el progre The New Yorker (1/6). La búsqueda por reconstruir los lazos con sus votantes explica las declaraciones de Obama en apoyo del matrimonio entre personas del mismo sexo, las ayudas a los graduados universitarios endeudados y el rechazo a la deportación de inmigrantes jóvenes con cinco años de residencia. Demasiado tarde, demasiado poco.

Con las bases demócratas descontentas y desmoralizadas, el Partido Republicano parece tener por primera vez una chance de triunfo. Después de que las elecciones internas consagraron a Mitt Romney -un conservador moderado-, el candidato recaudó tanto como el presidente, y le supera ampliamente en el volumen de los fondos disponibles, lo que muestra un viraje en las preferencias de Wall Street. En un momento en que la polarización social ha generado la existencia de un récord de electores que se consideran independientes, la elección de un moderado afianza las chances republicanas de captar sus votos. Pero, para ello, todavía deberá poner en caja a los extremistas del Tea Party -ganadores en Wisconsin y que, además, acaban de obtener sonadas victorias contra elestablishment republicano en Iowa y en Utah-, mientras trata, al mismo tiempo, de no perder en el camino su apoyomilitante.
 
Las encuestas dicen que Obama y Romney en este momento se encuentran en un empate técnico; pero en Estados Unidos no necesariamente gana el que saque más votos. El presidente se elige por vía indirecta; así, gana el que supere a 270 votos en el Colegio Electoral. En la mayoría de los Estados, el candidato que obtenga la mayoría de los votos, gana todos los electores. Y todavía Obama aparece ganando en los principales Estados. Todavía faltan 150 días, pero nos acercamos a un final para alquilar balcones.

Publicado en el blog del Partido Obrero

No hay comentarios:

Publicar un comentario